Santarén Folk
Música tradicional a nuestra manera 

Interesante reflexión sobre las Misas Castellanas. A continuación nuestra contestación.

EL INVENTO DE LA MISA CASTELLANA
MIGUEL MANZANO


    Hablando de música popular religiosa tradicional, la única misa castellana es la misa en latín. Por la sencilla razón de que la única forma de cantar la misa (o de oírla cantar) que siempre conocieron los castellanos (y los riojanos y andaluces y asturianos y murcianos, y todos los demás pueblos y naciones del orbe católico) fue durante más de diez siglos la misa en latín. Por estas tierras de Zamora, en Andavías, sobrevive todavía un raro ejemplo de una centenaria misa en latín, que está de actualidad últimamente.    La misa en latín desapareció de la práctica general hacia 1965, después de un lento proceso de agonía, a consecuencia de causas muy complejas que no es del caso aclarar aquí. Y a los pocos ejemplos que quedaban vivos les dio la puntilla una forma restrictiva de entender el uso de las lenguas vivas en las celebraciones litúrgicas introducido por el concilio Vaticano II. Fue por entonces cuando comenzaron a cantarse los textos de la misa en castellano y en todas las lenguas vivas, sustituyendo al latín.

Comienzo aclarando, por tanto, que lo que se ha dado en llamar misa castellana no coincide con lo que significa misa en castellano, de la que hay muchos ejemplos, algunos muy dignos, en los últimos cincuenta años. La misa en castellano consiste en tomar los textos de la liturgia de la misa traducidos, poniéndoles nueva música para que se canten. Mientras que la misa castellana es un invento neopseudofolclórico (¡toma neologismo!) que consiste, al revés que la misa en castellano, en tomar previamente melodías de música popular tradicional “castellanas” y pegarles un texto que por su contenido religioso las haga aptas (es un decir) para cantarlas durante la misa.     Enumero brevemente cada uno de los disparates que acumula este disparatado invento, pomposamente llamado misa castellana.

1. La misa castellana, aunque tome de la tradición algunos elementos, no es una práctica tradicional, sino un invento reciente de unos cuantos grupos y cantores folk. Como no quiero hablar contra nadie, sino hacer unas reflexiones sobre una práctica que considero absurda, no cito nombres que cualquier interesado en el tema puede encontrar en catálogos discográficos y en programas de fiestas, celebraciones y ciclos.

2. Las músicas que se toman para las misas castellanas son, en general, músicas de la calle, de la vida civil, de entretenimiento y pasatiempo, a las que se aplican textos litúrgicos o piadosos. Son casi siempre músicas que podemos denominar de divertimento. Músicas que, evidentemente, no son malas ni profanas, pero sí inapropiadas para el caso. Primero porque sus melodías y ritmos se inventaron y tradicionalmente se emplearon para funciones muy diferentes de la de servir para cantar un texto litúrgico. Y consecuentemente, por las connotaciones que traen a la memoria. Se producen así disparates que con frecuencia llegan a lo grotesco. Como cuando se canta, y valga como un ejemplo entre decenas de ellos, el texto Cordero de Dios con la melodía de la conocida muletilla Arriba, abajo, que a mi novia le he visto el refajo. Este es un caso bien claro, entre muchos, de que con esta práctica se ha superado la barrera de lo admisible, de lo decoroso, del buen gusto y del sentido común.

3. Como se trata de vender la moto de lo castellano, las músicas tienen que sonar a la tierra castellana. Por eso se toman ritmos de jota (los que más), de corridos, agudillos y llanos, de rondas y rondeñas (los menos). Y así en cada colectivo, comunidad o provincia. De este modo se pueden vender a la vez, y de hecho se venden, apoyándose en la misa, el hecho diferencial, las raíces culturales y los rasgos comunitarios. Siguiendo este principio, la misa manchega va por seguidillas y boleros, la gallega por muiñeiras, la andaluza por sevillanas y bulerías, la murciana por copeos, la canaria por isas, y la flamenca, madre y abuela de todas estas misas diferenciales, por soleares, martinetes, siguiriyas y saetas. Llevando las cosas hasta el límite, la misa zamorana se fabricaría sobre las músicas de El bolero de Algodre, El tío Babú, La Pajera, La rueda de Villalcampo, y otros etcéteras pertenecientes a nuestra riquísima tradición provinciana. (¡Atentos, que la misa zamorana puede aparecer algún día, al paso que va la burra. Prueba de ello es un canto piadoso navideño con música de El Bolero de Algodre que ya circula por ahí hace años!)    Estos inventos, además de ignorar (o abusar de) el poder evocador de la música, demuestran un grave desconocimiento de la tradición y de la práctica secular de la canción tradicional religiosa, que sin ser diferente de la profana, tiene un algo distinto, que aquí se ignora por completo. La distinción entre lo que en la música tradicional suena a religioso y lo que no debe sonar en un acto religioso estuvo siempre muy clara en la práctica, pero se ha olvidado hoy.

4. Los destinatarios de la venta de la moto misa castellana suelen ser cofradías y hermandades, particulares que quieren celebrar un acto religioso familiar o de grupo, y comisiones de fiestas, a menudo con el patrocinio de alguna institución pública. En muchos casos estos destinatarios van de buena fe y se tragan el anzuelo porque creen estar contribuyendo a una causa buena, a la vez que celebran un acto religioso.
5. En la mayoría de los casos la misa castellana es interpretada por un grupo o conjunto, quedando la asamblea reducida al silencio y a la simple escucha, contra todas las normas litúrgicas, que asignan a cada uno de los actores su papel como cantores dentro de la celebración. Porque es evidente que la misa castellana va más en la línea de las antiguas misas amenizadas (y amenazadas) que de la misa participada.

Y 6. La misa castellana, como todas las demás misas diferenciales, no se podría celebrar sin la autorización de párrocos un tanto ignorantes en cuestiones de música y de autoridades eclesiásticas permisivas que, afortunadamente, parece que comienzan a estar de vuelta de estos desaguisados tan evidentes.

Por ello hago estas consideraciones con más ánimo de reflexión que de crítica, como quien estima el legado, la herencia de nuestra música tradicional, también la religiosa, y no soporta los disparates que con ella se están haciendo. Y mi intento no es otro que contribuir a aclarar las cosas desde el punto de vista de lo que para mí viene siendo objeto preferente de estudio y dedicación desde hace muchos años.

Remoquete final dedicado, con sorna pero sin ánimo de ofender, a los intérpretes-ejecutores de la misa castellana: aplicando la misma técnica en uso para la misa castellana, se puede confeccionar fácilmente una misa castellanoleonesa, invento todavía no explotado, que yo sepa. Es otra moto de diferente marca, que a lo mejor se puede empezar a vender como novedad. Anímense.

http://www.miguelmanzano.com/post/E1.html

 

SOBRE “EL INVENTO DE LA MISA CASTELLANA”.

LUIS MARÍA MARTÍN NEGRO

 

Miguel Manzano es alguien de quien, como recopilador, casi todos hemos bebido. Como creador y divulgador en el campo del folklore -dentro de su indudable buen hacer- acumula una serie de importantes contradicciones, entre ellas la de defender a ultranza la música más tradicional a la vez que denosta a los grupos más puristas por anacrónicos; asimismo critica los grupos folk porque transforman las melodías y los ritmos mientras él hace lo mismo con sus corales, tanto vocal como instrumentalmente. Cuando surge de su ingenio se supone, por supuesto, que extrae la esencia de los temas originales, sus armonías ocultas, etc. Cuando lo hacen otros están destrozando el patrimonio (y a veces hay que darle totalmente la razón).

A mí, como admirador de su obra y como además me cae francamente bien, hace mucho tiempo que todo esto me importa un pimiento. Para mí estas contradicciones o sus periódicos ataques furibundos al folk son parte de su idiosincrasia. No les doy más importancia, aunque siempre los leo con interés.

No era mi intención contestar a este escrito (por todo lo expuesto más arriba) pero, como ha tenido cierta repercusión entre el clero zamorano, voy a hacer algunas ligeras puntualizaciones sin mayor ánimo de polémica.

 

Sobre el punto 1 tengo poco que contradecir. Tiene razón, no es una práctica tradicional sino un invento reciente… según la vida de quien lo valore: Solanilla grabó su disco “Misa Castellana” en 1980, cuando este “invento” cumplía ya al menos una década. Se trata simplemente de canciones adaptadas a la liturgia, como las de los coros parroquiales. Manzano escribió, ¡inventó!, muchas de estas últimas años atrás. A buen seguro algunos puristas dijeron entonces que era una práctica absurda, como hace él ahora. La vida está sujeta a transformaciones (no diré innovaciones, dado el caso que tratamos) y estas pueden agradar más o menos pero descalificarlas por ser tales no es propio de una persona progresista como Miguel.

2. No entiendo bien que un ritmo de 2/4 sea, por ejemplo, más “piadoso” que un 6/8; o que una melodía con determinada interválica sea más adecuada a la liturgia que otra. Son sonidos, no entidades mágicas, no los magnifiquemos y tampoco analicemos este tema como lo haría San Agustín, para quien expresar una opinión sobre la música era el peldaño más alto de la cadena musical. “Melodías y ritmos que se inventaron y emplearon para funciones muy diferentes” pueden ser apropiados a la expresión religiosa siempre que no se caiga en lo grotesco, como el ejemplo que cita Manzano. En Santarén Folk intentamos que las melodías no sean muy conocidas para que a nadie evoquen textos distintos de los que estamos cantando en ese momento.

3. En este punto me fijaré solo en las frases finales: “La práctica secular de la canción tradicional religiosa, que sin ser diferente de la profana, tiene un algo distinto”, que me perdone el maestro pero eso es no decir nada. Las apelaciones a conocimientos exclusivos, arcanos o indefinibles son muy útiles para construir un lecho de Procusto. Su afirmación de que lo que no debe sonar en un acto religioso estuvo siempre muy claro en la práctica” me suena al “Creo porque es absurdo” de Tertuliano. Estos presuntos consensos universales me han causado siempre el mayor de los rechazos.

4. La gente no es básicamente idiota, atiende a sus gustos e intereses pero suele estar dotada de algún criterio lógico. Este punto es la descalificación de un intelectual fundamentada en la incapacidad de discernimiento del lego, parte del vulgo fácilmente engañable. Postura muy clerical, por otra parte.

5. Sí, tiene razón, aunque esto es lo que ocurre cuando canta un coro parroquial, una coral o un coro gregoriano. Efectivamente se trata de misas amenizadas. Es notable que siga tan preocupado por la pureza litúrgica tras haber abandonado el sacerdocio (reflexión de un sacerdote ya fallecido al que llegamos a admirar tras acompañarle en numerosas celebraciones con cantos folk).

6. Eso sí, sus fobias siguen explicitándose en los “párrocos ignorantes”, al modo de un moderno Arcipreste de Hita. Si pasamos por alto sus habituales y celebrados dobles sentidos, y lo dejamos en “ignorantes musicales”, la pregunta sería: ¿y eso qué importa? A nosotros nos piden habitualmente las letras de lo que vamos a cantar para valorarlas. ¿No basta con eso? Tal vez cualquier otra cosa se salga de la misión, atribuciones o competencias de estos párrocos, tal vez no tan ignorantes cuanto prudentes.

Me alegro de que aclare que hace “estas consideraciones con más ánimo de reflexión que de crítica” porque criticar en el sentido de rechazar, sobre todo subrayando algo que falta o sobra, es un residuo de tiempos en que a la arbitrariedad de quien hablaba se añadía la de confundir lo humano con la voluntad de alguien divino. Supone entender que existe un modelo en el mundo de las ideas; supone admitir un mundo más allá del visible que debe modelar lo terrenal. Pero no, sus reflexiones altriciales resulta que son “sine ira et cum studio”… obviamente, como ha podido apreciarse.

Schumpeter creó la expresión “destrucción creativa” para describir el proceso de transformación que acompaña a las innovaciones. La vida es evolución, adaptación, cambio. Y en el camino, algo se pierde. Las gentes del pueblo también adoptaban los ritmos y usos de moda en cada momento. 

Haciendo psicología barata, contaré que en una conferencia, tras alguna pregunta incómoda sobre la creatividad en el folk, llegó a decir que sí, que cualquiera puede hacer lo que quiera pero “que se someta a la crítica”. Yo me quedé estupefacto. ¿A la de quién? ¿Quiénes formarían el sanedrín? ¿Tal vez una serie de musicólogos agrupados en una institución regida por dominicos? Creo que Miguel se sabe superior en conocimientos y experiencia (realmente sabe más que la mayoría de nosotros, aun agrupando nuestros conocimientos) y simplemente lo reivindica. Psicología barata, como dije.

Para finalizar: las misas regionales no son tradicionales. Como el folk, se basan en el folklore pero no lo son. Ya está. Ahora podéis matarme por hereje.